martes, 18 de octubre de 2016

Retrato

No fue un amanecer cualquiera. Fue un amanecer de viernes. El primer viernes de otoño. Empecé a caminar tu sendero justo después del alba y con las gotas del rocío mojándome los pies porque la belleza también tiene su ritual. No te puede temblar el pulso cuando escribes o nunca te llamarán de la Academia de Oslo.
La calle de los viernes es ancha y tiene aceras de felicidad que es por dónde yo camino. Coches mal aparcados, contenedores de basura, sirenas de coches urgentes, motos ruidosas sin tubos de escape y todo ello por querer estar adaptados a la condición humana actual.
No todos van por la acera. Algunos van por libre dentro de la condición humana. Es complicado vivir un día que empieza desconocido y sin referencias. Piensas que será como otros pero a lo mejor no lo es y lo montas a tu manera. Como hacen todos los que se consideran libres dentro de las normas. Y resulta que hay puntos de coincidencia con otros días. Yo llevo siempre mi libreta y un lápiz para anotarlo todo. Quiero ser escrupuloso a la hora de contar las cosas y que parezcan reales.
Hay gente que ha estado en el desierto y ha escuchado voces. Ha visto lagos de agua cristalina y palmeras. Ha visto pájaros cruzar el cielo en silencio. Porque no todo es arena en el desierto y lo que tu quieras ver y escuchar seguramente estará. Sólo si hay predisposición. Como cuando caminas por la calle un viernes de otoño.
Dice el poeta que el concepto de cultura cambia en otoño por culpa de las temperaturas y la luz. Eugeni asiente con la cabeza mientras Pepe sirve los cafés sin cafeína y sacarinas. Los senderos de montaña han sido invadidos por alfombras de hojas caídas de los árboles y traídas por el viento.
Los poetas ya no escriben letras sudorosas de salitre. Escriben letras de tristeza y melancolía. Letras de lluvia y soledad. Las nubes grises de tormenta decoran la calle los viernes de otoño aunque camines por las aceras de felicidad. La chimenea tendrá que esperar a que caigan más las temperaturas. Las letras, entonces, tendrán otro significado.
Es complicado dar pasos decididos en un mundo confuso y que confunde porque no conoces el final. La importancia del tiempo y de tu historia. Menos mal que tuve una infancia larga y lenta y una juventud tardía. Decido colaborar con los días y me dejo llevar. Suena simbólico y metafísico pero cuando vas terminando las hojas para escribir decides vivir un poco del cuento.
A todo eso, que luego se me olvida, digo que me encontré con Eugeni. Llevaba tiempo sin mencionarlo y me dice que el otoño ha llegado como siempre por esas fechas como consecuencia de haber agotado el verano. Que todo tiene su fin. Esas obviedades que parecen primicias las dice mientras está sentado en el porche de su casa viendo pasar el tiempo, el aire y la gente porque lo hacen todos al mismo tiempo.
En ese pueblecito costero y pintoresco de la sierra mallorquina hoy toca saborear unos higos con queso de temporada. Tiene una edad tranquila que le permite llevar una vida sosegada. Es lo que tiene la jubilación además de un cero coma nueve por cien de subida anual. Un despilfarro.
Eugeni es de esos que a medida que cumple años piensa cosas más profundas y las ventila en las tertulias del café con leche cuando queremos que amanezca soleado y viene nublado. Se ha vuelto sensible y lo reconoce. Sabe que son los años. Estos que te hacen sabio mientras te van matando sigilosamente. Hoy ha caído una buena tormenta y parte del agua terminará en el mar. Ha llegado a la conclusión que quien tiene más poder en la tierra es el mar.
Parece que anda despacio pero es que tiene un andar adaptado a su edad. Ya al atardecer bajamos a la playa para ver la puesta de sol. Que hoy será de las que ya no se veían. Hace poco estuvimos en las Converses de Formentor. Ya no habrá más porque el hotel se ha vendido y sus nuevos dueños no están por la labor de la cultura literaria sino la del dinero. Se llamará "Prix Formentor" y se hará itinerante. Podrían haber optado por llamarlo "Prix Túnez" y hacerlo en Formentor. El tema dio para más pero terminamos cuando sólo quedábamos nosotros y la luz del crepúsculo.
Os dejo con un poco de entretenimiento musical para antes de acostarse. Lectura relajante que los sueños hay que prepararlos para que sean felices por si algún día se hacen realidad. Salud.


sábado, 1 de octubre de 2016

Generosidad

Hoy, ha sido verte y, me he fijado en tu manera de sonreír. Sin duda de las que destacan. De las que yo no sé. De las que no se olvidan. Una forma de sonreír de primavera pero estando en otoño. De mente privilegiada y de vientre fértil. Una sonrisa feliz. Y eso, hoy en día, tiene mérito.
Y luego, inmediatamente, y casi por instinto, me he fijado en tus ojos y en tu mirada. De generosidad. De arte y poderío. Una mirada de las que tampoco se olvidan. Que traspasa fronteras y te hace soñar.
Has llegado hasta mi batiendo tus alas silenciosas. El aire abría paso. La vida se ha detenido y me ha hecho tambalear. El viento ha bajado del bosque para verte. Unos andares relajados y elegantes. Como cuando el agua de los torrentes se desliza sobre las piedras hasta llegar al mar.
Así las cosas la tertulia se ha torcido. Hablábamos de servicios sociales y te hemos incluido en la lista. Hemos enmudecido y hemos sonreído. Incluso el sol ha amanecido y nosotros mirando hacia otro lado. Hacia ti. Ha sido, por tanto, un amanecer huérfano. Sin público y sin aplausos.
Desde el horizonte han empezado a llegar olas. Brisas marinas. Una marea despistada. Las gaviotas han abandonado su nido de los acantilados. No había nubes para contemplarte. Aroma a romero y encinar. Y el tomillo que Pepe tiene sembrado para espantar a los mosquitos. Ciertamente no todos los días son iguales. Hoy hemos tenido sorpresas.
Contigo se olvida uno de las horas muertas. Del llanto en soledad que relaja. Activa la conciencia y la esperanza. Acompleja los sentimientos de poeta. La mente se abre y empiezas a rimar la prosa. Contigo no hace falta reloj ni horas. Me preocupa tanto que algún día mi mente pueda olvidar esta sonrisa y esta mirada.
Pero ha pasado. Ahora hay distancia de por medio. Las sombras pendientes de las nubes. Las tormentas han perdido las referencias. Todavía no han llegado las lluvias de temporada y siento las manos frías. Y las mejillas calientes. Los sembrados pendientes del tiempo para teñirse de verde. Cuando la lluvia me moje me acordaré de ti.
La ternura es transparente. Como las aguas mansas de una cala virgen. Las gotas de rocío brillarán de buena mañana. Y también me acordaré de ti. El otoño se cruzará con nuestras vidas y será malo de llevar. Las tertulias del café de la mañana serán despistadas porque miraremos alrededor.
Los pájaros pasarán de largo hacia sus nidos. Las aguas profundas del mar subirán a la superficie. El viento moverá la niebla y la desplazará. Y todo porque esta mañana me fijé en tu sonrisa y tu mirada. Cautivo de tus ojos. La vida se diluye en mil cosas. El eco cruza el paisaje pero no lo rompe. Un mundo asombroso cercano al desorden.
Dice el poeta que una bocanada de aire fresco nunca es una amenaza. Y que un buen recuerdo nunca hace daño. La tierra mojada por la lluvia huele de otra manera. Las tempestades se ven distintas. Y cuando el frio sea intenso encenderé la chimenea. Me haré un café. Cerraré los ojos y volveré a ver tu sonrisa y tu mirada. Y en las tertulias diré que te he visto. Sólo Eugeni me creerá. Salud.