domingo, 8 de septiembre de 2013

Arnau

La tristeza se apoderó de todos nosotros cuando nos enteramos de la noticia. Arnau estaba enfermo. Muy enfermo. Estas enfermedades de morirse en poco tiempo. Unas células malas le estaban destruyendo el hígado. Ahora mismo ya tenía por casi todo el cuerpo. Había adelgazado tanto que se le notaba a simple vista. Él mismo se había especializado en este tipo de cosas. Tenía el doctorado en patologías del hígado. Pero no pudo hacer nada.
Mostraba una cara sonriente en público. En la intimidad tragaba saliva como podía. A veces no podía. Los días que no venía a trabajar es porque tenía una fiebre densa que le consumía. Al rato pasaba a soportar un frío inhumano que lo tenía tiritando un buen rato. Altibajos de síntomas y de estado anímico. Sus amigos más íntimos dicen que dejó de tener la necesidad de relacionarse. Arnau se compró un artilugio de estos de escuchar música con auriculares. Metió música rock. El estridente ruido no le dejaba concentrarse en sus males. Así pues pasó los últimos meses de su vida.
Amigo personal y compañero de trabajo. Desde los tiempos de residente de digestivo. Han pasado años y ha llovido lo suyo. Pero lo tengo en mente como si fuera su primer día. Con su pijama y su bata impecables. Ahora Arnau ha decidido dejarnos sufriendo y haciéndonos sufrir. No ha podido evitar ninguna de las dos cosas. Es jodida la vida, a veces. Le tenía  apego a la vida como hacemos todos. Empezó a cerrar la puerta de su despacho mientras trabajaba. Sintió la necesidad de aislarse. Andaba pasillos abstraído con la música rock y mirando el suelo como si contara las baldosas. Descubrió la oscuridad y entró en ella. Descubrió el silencio y se hicieron amigos. Tomaba muchas pastillas que le absorbían el frío y la fiebre. Incluso a veces no era dueño de su entendimiento. Pero las pastillas no le devolvieron la felicidad ni la luz ni el sonido. Tampoco quiso que le prestáramos de la nuestra.
Nunca fue mala persona. No lo digo porque toque. Lo digo porque es la verdad. Al final andaba descalzo por su casa y por su despacho. Lo mismo que hago yo cuando quiero leer, pensar o escribir. Él lo hacía porque los pies se le hinchaban y no soportaba su presión. Yo lo hago para sentirme libre. Se lo explique. Le pareció bien y empezó a sentirse más libre. Ahora Arnau está libre de toda atadura y sufrimiento. Espero que se lo pase de lo mejor dónde esté. Nosotros estaremos tristes algún tiempo y se nos pasará.
Todo ocurrió de prisa. Estaba bien. O eso parecía. Entonces decidió que su alma abandonara su cuerpo. Un buen día paso una nube y se subió en ella. El viento la alejó llevándose su alma. No hemos rezado porque no creemos en ello. No hace falta chantajear a nadie para hacerse querer. Dónde estés Arnau sepas que te recordamos con cariño. Salud.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La vuelta

Algunas familias ya se han ido.  Han guardado las tumbonas de verano y han cerrado los porches y las casas. Lo sé porque lo he visto. De otros me he enterado por los chismes que la gente habla en el bar de Pepe. Hemos consumido un verano mas. De los de hacer calor y pasarlo bien. De aprovechar el fresco de la noche para hacer de todo. Vida social y contemplativa.
Los primeros que se van son los que tienen hijos en edad escolar. Hay que preparar la vuelta al cole. Lo ha dicho por la radio una cadena de supermercados. Esto lleva tiempo y dinero. Aunque los fines de semana vuelven. Se trata de apurar unos días mas. Otros se van a trabajar de buena mañana y vuelven a media tarde. Queda tiempo para un baño. Un poco de lectura y una buena tertulia con la rebeca puesta. Siestean tirados en el sofá o en la toalla. Sin sombrilla que el sol está manso. Las olas del mar acompañan, todavía. Lo contrario que las moscas.
Yo he vuelto a desayunar al "café Comerç". Donde siempre. También están los jubilados. Sebas y el cuponero. Eugeni me prometió que vendría algunos días a la semana. Pues bien. Parece que el verano no haya pasado. Las cosas son iguales como siempre. O eso parece. La tertulia a vuelto a las mañanas. De momento nos contamos las vivencias veraniegas. A Sebas le sigue circulando la creatividad por las arterias y el talento por las venas. Ha llovido fuerte estos últimos días y el aire está limpio.  Los almendros, los olivos, los algarrobos y las higueras se han limpiado de insectos. Sus frutos se recogerán con más facilidad. Eso dicen los jubilados que entienden de estas cosas. Han recogido las primeras uvas. Se las comen con pamboli y queso para merendar. Recuerdo cuando Eugeni decía que cada estación viene aparejada con alguna característica. Verano calor. Otoño fango. Invierno frío y nieve. Primavera flores. Y nosotros se lo damos por bueno. Con algunos matices.
Dice Pedro que algunos de nuestros políticos también han pasado el verano a la sombra. Y no de una sombrilla precisamente. Están privados de libertad mientras el aire que respiran sigue libre. Aunque circule por dentro de la prisión. Es el inconveniente que tiene mangonear los dineros de todos. Incluso en el patio han nacido unas flores en libertad. Y es que Pedro es funcionario de prisiones. Trabaja en la enfermería. Hoy viene filosofando aunque  no pasa hambre. Su médico le dice que tiene un ligero sobrepeso. Es un eufemismo de ciento veinte kilos. Casi nada. Hoy en la mesa tenemos un rojillo de esos de liderar reivindicaciones y manis. Ha dicho que en democracia, cuando uno tiene mayoría absoluta, se puede permitir el lujo de practicar la dictadura democrática. Eso ha dicho.
Juanmi es otro de los tertulianos ocasionales. Hoy no ha podido venir porque también está privado de libertad. Esta ingresado en un hospital. Le dan un medicamento para matar un virus que es tan pequeño que no se ve. Qué cosas. Parece imposible que esto pueda ocurrir. Y esto que él no ha hecho nada malo. También toma vitaminas que le da la enfermera. Él toma letras por su cuenta. Sobrevive gracias a la poesía. Cuando esté recuperado volverá a las tertulias. Ánimo Juanmi.
Ayer estuve haciendo limpieza en el cuarto trastero. En el desván. Tengo revistas del tipo cómic de vidas de santos. De cuando era pequeño. Hay un santo que pone que alimentaba su voluntad con la meditación. Mantenía la disciplina de su cuerpo atormentado con la oración. Mantenía limpia su alma gracias a la llama encendida de la fe. Qué fácil era ser santo antes. Este régimen ahora no se lleva. Ahora toca la dieta mediterránea. No está pensada para obtener la santidad. Ni siquiera una bula papal. La superficialidad, en definitiva. Y miro por la ventana y llueve una gota fría. No salgo de casa. Estoy sentado en mi silla menorquina que tengo en el porche. Junto al estanque. Puedo oler la tierra mojada. Esas primeras lluvias evocadoras de recuerdos. Los caracoles dan buena cuenta de mis plantas. Tendré que hacer algo. Pues eso. Salud.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Silencios

Percepción limitada.
El lenguaje de la vista.
En la distancia y en el tiempo.
En los sentimientos.
En la oscuridad de la noche.
Que dice cosas callando.
 
Aceptar el infinito.
Como punto de encuentro.
Cuando el sol se pone.
Me hago invisible.
La nieve cae sobre mi.
Marca la silueta.
También la niebla.
Gracias a la luz de la luna.
Por un instante.
 
Lo que no comprendo.
No existe. No lo escribo.
Quedan páginas en blanco.
Instantes de recuerdos.
Descatalogar sentimientos.
Para dejar de silenciarlos.
Para que no vuelvan.
Si la vida no existe.
Que no lo parezca.
 
Atrapado en la ventisca.
Necesitado de compañía.
Que amaine la tormenta.
Recuperar el aliento.
Moldear el movimiento.
Ahuyentando miedos.
Que se van con el viento.
Desgarrador llanto.
De silencios de la noche.
 
Palabras al viento.
Que caen al mar.
Me las devuelven las olas.
Para poder escribirlas.
Dejando huellas de tinta.
Cuando caminan descalzas.
Sobre el papel.
Que no se borran.
Que no se olvidan.
 
Pisando caminos.
Nadando océanos.
Pensando lugares.
Imaginando personas.
Llenando espacios.
Descubriendo momentos.
Mientras acaricio tu cuerpo.
Con los ojos cerrados.
Para que parezca real.
 
Los silencios de la vida.