lunes, 17 de septiembre de 2012

Pitonisa

¿Lo viste? No. No lo vi. No me interesan este tipo de cosas. Hace tiempo que me di de baja de todo esto. He dicho en otras ocasiones que me aburre la política, los políticos y la interminable crisis que han inventado para recortarnos cosas.
Me importan un carajo los invisibles brotes verdes -esos que nunca nadie ha visto-. Formo parte de un pueblo daltónico que confunde el verde con cualquier otro color. Sobre todo el marrón. Los ojos de los políticos son los únicos que distinguen el verde.
No tengo por costumbre conversar con gente que miente cada vez que abre la boca. No les entiendo bien porque con la nariz larga no vocalizan lo que debieran. No quiero saber nada de todo este tinglado. Mucho menos si no puedo opinar en el momento y en directo. No lo vi.
Pues ha sido el programa más visto en su franja horaria. Así nos va. Reírle las gracias al cretino de turno no desgrava ni puedes incluirlo en el currículum. En esto estaba antes de empezar una sesión con una Pitonisa de las buenas. De las de pago. Clausuraban unas jornadas y por ser el último día montaron unas casetas a modo de consultas.
Era mi primera vez y me hacía ilusión a la par que sentía un hormigueo en el estómago. Estas también mienten pero no aburren. Pueden llegar a ser de lo más divertido. Son obvias. Me dijo que no era mi día de suerte para comprar lotería. Que no me molestara. Ya la he comprado bien de mañana. Pues no vuelva a comprar. ¡Oiga que yo no soy de comprar lotería a todas horas ni en cada esquina! Esto está bien. Le ayudará a ahorrar.
En ningún momento me miró a los ojos. Tenía su mirada puesta en un espejo que había colocado sobre una mesita camilla. Movía las manos en un  vaivén incontrolado. Como epiléptico y diera calambres. Hoy le consultarán cosas trascendentes. Cuide bien lo que dice. Al llegar a casa llamaron del CIS para una encuesta. Trascendental. Me preguntaron que si lo vi y qué me pareció. Colgué el teléfono.
Veo que tiene usted una fobia. Ve mal. Tengo varias y cada día aparece alguna nueva. El espejo no me dice a qué. Es igual. No se esfuerce ni fuerce al espejo. Yo se a qué tengo fobia y a quién. Siga mirando que me tiene intrigado. Eso de que te digan el futuro impone. Te tiene en tensión por lo que te puedan decir y que tu no sepas.
Perdone que la interrumpa pero en lugar de mirar el espejo y decirme esas cosas que no me importan ¿no podría yo preguntar?  Usted mira y me contesta. Como si fuera una entrevista. Ahorraremos tiempo y podré saber lo que verdaderamente me interesa. ¡Ah, esto no funciona así! Yo sólo digo lo que veo. Seguirá siendo así pero sólo tendrá que mirar aquello que yo pregunte por interés personal. Le advierto que yo nunca he trabajado así. Es contrario a las normas que precisamente se han debatido en estas jornadas. ¡Pruebe!
¿Viviré hasta los cien años? No me sale. No está en el espejo. Busque por vivir, por cien, o por años. Tiene que estar. Aquí levantó los ojos y me miró. Nuestras miradas se cruzaron. Se la veía inteligente pero enseguida comprendí que se dedicaba a esto para sobrevivir a la crisis. Estos datos tan exactos no se aprecian en el espejo. Puede que sí y puede que no.
De todas formas no se lo recomiendo. Cien años son muchos y llegan a cansar. Sobre todo las impertinencias de la vida. A los centenarios que vienen a consultarme les digo que tendrán salud y vivirán mucho. Se van reconfortados. Están desarmados y lo único que hacen es jugar al escondite con la muerte sin pensar que ella terminará por encontrarlos. Muchos no vuelven.
Me ha ido bien esta sesión casi espiritual con un final muy material. Cincuenta euros y la voluntad por conversar. Los amigos no cobran por conversar. Pues le ha salido barato. Hoy ponemos precios especiales porque clausuramos las jornadas. 
Queremos que esto sea una carrera profesional de grado medio y poder trabajar como autónomos. Mi amiga la Puri no sabe leer pero entiende los espejos. Pues cuando yo era pequeño teníamos una clase de lectura. La echo de menos. Leer algo que nos gustara a todos. No sólo lo que le gustaba al profesor. Algunos aburrieron la lectura por esto. La consecuencia es que la gente acude poco a las bibliotecas.
La gente acude mucho a consultas en las que tiene que esperar y no hay libros. Hay que llevar los libros al lector para que entretengan el tiempo. Es cosa de las librerías. Me da igual quién sea el responsable. Sería una forma de promocionar la lectura. A estas alturas tendría que ser normal acudir a una consulta y encontrar libros en lugar de revistas de cotilleo.
Tenemos que implicarnos e intentar elevar el nivel cultural de la gente. A la pitonisa que cobra por hablar y escuchar y que dice lo que supuestamente ve en el espejo le parece buena idea. Salud.